Como curiosidad, anotar que la noche de la inauguración del club, se formó una fila de nada más y menos que 200 metros de personas que aguardaban para entrar: personas que se convertirían en parte fundamental de la escena.¿Cómo era el Batcave? Al parecer, después de subir cuatro pisos en un pequeño ascensor, había que atravesar un pasillo que simulaba un ataúd, hasta llegar a un laberinto bien montado que asemejaba un cine/cabaret, una disco híbrida, música en vivo y una atmósfera de caos.
Llegado el año 1983, el Batcave se había establecido firmemente en la subcultura goth, y parte de la gente joven más brillante de la capital británica se reinventaba a sí misma como la gente joven más oscura de Londres.
Por otro lado, cabe decir que la idea de que los sistemas de sonido del club sonaban con interminables himnos al suicido no es más que un estereotipo lanzado por los medios de comunicación (que, para variar, metían la pata). Un ex habitual del club recuerda aquello como "La música como diversión", en lugar de como una actitud profunda o artística de protesta"- algo que podemos realmente comprobar si escuchamos a Specimen o a Alien Sex Fiend.Hoy se rememoran aquellos días con nostalgia. Los que no hemos tenido la suerte de vivirlos, suspiramos por ellos como un anhelo inalcanzable... pero, pese a lo que en un principio pueda parecer, los días del Batcave no se han ido: todavía siguen haciéndose numerosos tributos en clubs modernos, y muchas bandas de Deathrock modernas describen su sonido como "Batcave". El Batcave sigue vivo en las almas de la gente que conservan su espíritu y, quizás, más vivo que nunca o, mejor dicho, no- muerto. Como diría Bauhaus, undead, undead, undead...
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